Hoy en día basamos gran parte de nuestra actividad en internet y, a pesar de su gran número de virtudes, la red es un lugar no exento de peligros. Además, cada vez más personas que no estaban habituadas a su uso, utilizan servicios como el correo electrónico y en general, las tecnologías de comunicación. Del mismo modo, los más jóvenes emplean gran parte de su tiempo en la red, ya sea para el estudio o para el ocio.

Por otra parte, cada vez es más frecuente que las empresas tradicionales hagan uso de nuevos servicios online para comunicarse con sus clientes de forma más eficiente. A estas empresas, se han incorporado otras de reciente creación que ofrecen servicios a los que empezamos a acostumbrarnos, fruto del auge de las tecnologías de la información.

Estas circunstancias son ideales para que exista quien intente aprovecharse de la situación para generar ingresos de manera ilícita. Determinados grupos bien organizados en todo el mundo obtienen cantidades ingentes de dinero a través del SPAM, entre otras figuras ilícitas. Y su método es muy simple, intentar traspasar las barreras de la desconfianza con mensajes atractivos, y hacerlo de forma masiva, ya que de ese modo se aseguran de que alguien caiga en la trampa.

Asimismo, ciertas empresas aprovechan este canal para enviar ofertas de forma masiva a multitud de usuarios con la esperanza de ampliar su cartera de clientes. Si dichos usuarios no han consentido previamente la recepción de estos mensajes, podemos considerarlos como SPAM. Además, estas empresas estarían vulnerando la normativa sobre protección de datos de carácter personal.

Por todo ello es fundamental que todo usuario aprenda a distinguir entre los mensajes lícitos y los que son a buen seguro un engaño o no son consentidos. Puede parecer una distinción obvia, pero en muchos casos no lo es, dependiendo de la experiencia del usuario en Internet y los servicios que acostumbra usar. En el caso de los menores, que suelen estar más expuestos a cierto tipo de engaños y pueden ser más confiados, la importancia de informarlos sobre estos comportamientos, es clave.

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¿Qué podemos entender por SPAM?

En términos generales se considera SPAM a un mensaje de correo electrónico no solicitado que se envía de forma masiva a un gran número de usuarios y que suele incluir, o bien una oferta relativa a un producto o servicio, o en el peor de los casos, contenido que despierta nuestra curiosidad con el objetivo de hacer clic en un enlace que probablemente nos llevará a una estafa.

Por tanto, podemos hacer una distinción (entre otras) entre dos tipos de SPAM por su contenido: uno relativamente inocuo procedente de empresas reales o subcontratas cuyo objetivo es vender un producto o servicio lícitos; y otro, más peligroso, procedente de grupos criminales cuyo fin último puede ser estafar o incluso espiar para robar datos o ambos.

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¿Cómo podemos protegernos del SPAM?

Para evitar que nos molesten con el primer tipo de mensajes, o nos causen un serio perjuicio con el segundo tipo, es fundamental:

  1. La información: todo usuario de Internet necesita estar informado sobre los peligros que conlleva operar en la Red, y la exposición de nuestra privacidad en ciertos ámbitos.
  2. La experiencia: cuanto más navegamos por la Red, más nos habituamos a diferenciar el contenido legítimo del que no lo es.
  3. Las herramientas de protección: es necesario contar con software antivirus, filtros antispam en nuestras cuentas de correo y tomarnos un tiempo mínimo para configurarlos de forma correcta.
  4. El sentido común: que nos ayudará a evitar comportamientos que nos expongan.

¿Cómo podemos identificar el spam en nuestro correo electrónico?

  1. Cualquier mensaje procedente de un desconocido o empresa con la que no mantengamos ninguna relación es sospechoso de ser SPAM.
  2. Suelen tener un contenido que llama mucho la atención y/o es demasiado bueno para ser real.
  3. Debemos fijarnos siempre en el remitente: nombres extraños, dominios que imitan a otro legítimo, que no conocemos o procedentes de un país con el que no tenemos vínculo alguno.
  4. Los más peligrosos ni siquiera están a veces en nuestro idioma, o están muy mal redactados, se envían desde otros países de forma masiva con la esperanza de que alguien “pique el anzuelo”.
  5. Suelen contener un enlace extraño (a veces oculto bajo un texto, que muestra la url o dirección extraña al pasar por encima, nunca hacer clic sobre algo que no conocemos, puede conducir a un sitio malicioso para robarnos datos o inyectarnos código malicioso) o un archivo adjunto en forma de imagen o documento raro.
  6. Una empresa legítima nunca nos solicitará nuestros datos o información sensible por este medio.
  7. Sospechar siempre de los ultimátum: “última oportunidad o perderá…, su servicio será dado de baja o expirará… pulse aquí para renovar…, etc.).

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¿Qué debo hacer si recibo un spam?

Ante la duda, en caso de recibir un correo sospechoso de ser spam, te recomendamos que lo elimines sin abrirlo.

En conclusión, debemos navegar con responsabilidad, sabiendo lo que hacemos y dónde lo hacemos, qué datos estamos proporcionando a terceros, no caer en la tentación de aceptar cualquier cosa a cambio de conseguir el contenido o servicio que queremos y, sobre todo, usar el sentido común.